Ni siquiera soy una cara bonita

11.23.2011

¿Por qué sigues pasándome a mí?

Corrí para tomar un taxi. Bueno, no corrí, pero sí caminé muy a prisa. El día anterior había hablado con mi jefe.  "Tengo que ir al médico y debo salir a las cinco, pero prometo reponerte la hora llegando sesenta minutos antes de que inicie mi turno, ¿qué dices? Eres el mejor, Chema, de veras que sí".

De mi trabajo a la avenida hay unas ocho o nueve calles de distancia. Caminé deprisa, rebasé mujeres y carreolas, esquivé perros y autos estacionados sobre la banqueta. Llegué, encendí un cigarrillo y esperé la luz verde.

Uno, dos, tres, cuatro taxis ocupados. Me sentí en Nueva York, aunque nunca he ido a Nueva York. Comenzaba a desesperarme, la película iniciaba a las seis y media, pero quería llegar a las cinco y media para alcanzar boletos. Por supuesto no iba a decirle "Chema, me largo del trabajo porque quiero ver una película en la Cineteca Nacional, ¿cómo ves?". Uno no puede ir por ahí diciéndole la verdad a todo el mundo.

El semáforo se puso en rojo una vez más. Me quité del paso peatonal para que las personas pasaran sin empujarme. Me distraje viendo a la gente del restaurante al otro lado de la calle. Entonces él tocó mi hombro.

Reconocí tu bolsa de gatitos.
¿Qué haces aquí?
Vine a darte tu libro.
Yo no te dije dónde trabajo.
Le pregunté a Felipe.

Pinche Felipe, culero. Ya me la pagará.

Me dijo que salías a las seis, pero temía perderme; llegué al metro hace unos quince minutos.
No es tan complicado.
Apenas son las cinco.

¡Un taxi! Mi salvación.

Pedí permiso para salir temprano. Tengo que irme, nos vemos.
Pero tu libro.
Venga, pues.
¿A dónde vas? Necesitamos hablar.
A la Cineteca.
Hablamos en el camino.

El taxista, que ya puso a andar el taxímetro, no me dice nada, se queda ahí, con la puerta abierta, mirando la escena. Le hago una seña con los dedos, indicándole que me de un segundo.

Yo creo que no.
Ya súbete, no seas payasa.

Le dice al taxista que vamos a la Cineteca Nacional. Es una distancia corta, mi papá la cubre en quince minutos. Pero ahora, por desgracia para mí y suerte para el taxista, todos los semáforos nos dan luz roja. Él habla con el taxista, algo le dice sobre la tenencia, algo que no entiendo. Miro por la ventanilla de mi lado, los ignoro. Él pone su mano izquierda sobre mi mano derecha que, a la vez, está sobre mis rodillas. Estoy enojada. Sólo quería ir al cine, no es mucho pedir. Sólo quería ir al cine.

Le pregunto al chofer si puedo fumar y me dice que sí, pero que baje la ventanilla. Quito mi mano y de paso la suya, enciendo un cigarrillo y saco el humo por la ventana. Se supone que íbamos a hablar en el camino, pero de pronto a él le importa mucho el asunto de la tenencia y el taxista está encantado de contar sus penas. No voy a iniciar la conversación, a mí qué me importa. No intenta volver a tocar mi mano y eso me calma un poco.

Le pago al taxista mientras él baja. Me dice que él iba a pagar, pero no le hago caso. Comenzamos a caminar hacia las taquillas, en silencio; atravesamos el estacionamiento. Son las seis.

Pongo un billete de cincuenta pesos en... ¿la mesa de la taquilla? y le pregunto a la encargada si tiene boletos para Le Havre. Me dice que sí. Él le dice que le dé dos y pone un billete de cien sobre el mío. La chica de la taquilla nos sonríe y le da el cambio.

¿Qué quieres?
Quiero un café.
Vete al diablo, ¿qué quieres?
Deja de portarte como una niña, vamos por un café.

Nos sentamos en una de las mesas afuera de la cafetería. Él entra y sale con dos americanos, deja un vaso frente a mí y se sienta al otro lado de la mesa.

Ya deja de fumar.
...
¿Entonces?
¿Entonces qué? Dime qué hacías en mi trabajo.
Ni llegué a tu trabajo, no empieces. Ya te dije que iba a darte tu libro.
¿Atravesaste media ciudad para darme un libro que ni te pedí? Hombre, deberías trabajar en DHL.
No seas tonta. Te extraño.
...
Y Laura también te extraña.
Que se vaya mucho al carajo. Y tú también.
Cállate dos segundos y escucha. La pasa muy mal porque no le hablas, porque la eliminaste de todas partes, porque no contestas el teléfono y cuelgas cuando llegas a hacerlo, porque no respondes sus mensajes. Y yo también necesito saber que estamos o estaremos bien.
¿Bien? No mames, Gerardo, tú y yo no estaremos bien.
Ella no sabía que tú y yo teníamos algo, no seas injusta, no con ella.
Ya sé que el cabrón eres tú, lo hablamos, fuimos a un pinche Starbucks a compartir nuestra experiencia Vicky-Cristina-Barcelona. Y ella ahí, entre el cenicero y la cajetilla de sus pinches Marlboro me dijo que eras un cabrón hijo de puta que no me merecía y tampoco a ella. Y mírala, qué lista, se lo creí todito. Qué pinche lista.
Entonces, ¿cuál es tu problema con ella?
Con mis amigas comparto muchas cosas pero no fluidos. Ni siquiera tuviste el coraje para decirme que te estabas tirando a Laura mientras quedábamos para ir a aquel concierto. Un domingo fuimos al teatro y no te oí decir "oye, ayer me tiré a tu amiga en el sofá de mi sala". 
Yo la quiero, es algo que tú no puedes entender, algo que no tuvimos tú y yo. A ti nunca pareció importarte que no nos viéramos por semanas, por decir algo.
Porque no me importaba, yo no quería verte siete días a la semana, no tengo complejo de sanguijuela.
No sé de donde sacaste que tú y yo íbamos en serio. Habíamos quedado así, no puedes ponerte en este plan ridículo de mártir y traicionada, porque tú y yo no teníamos nada, y te lo dejé bien claro cuando empezamos.
Ya, no me di cuenta que estuvimos haciendo el tonto año y medio, la idiota soy yo.
Creo que nunca te di un indicio de que fuéramos a terminar en una relación formal. Y si fue así, me disculpo.
Llévate tus pinches disculpas, Gerardo.

Me dan ganas de arrojarle el café, de película, película gratis en la cafetería de la Cineteca Nacional; pero nunca lo he hecho y temo que me arroje el suyo o algo parecido, así que sólo me levanto y empiezo a caminar hacia la salida, pero él me alcanza.

¿Qué mierda te pasa?

Chin, la gente nos está viendo. Ay.

Ya me voy, que disfrutes tu película.
Dime qué mierda, tienes 22 años, actúa como adulto, por Dios.
No tienes una maldita idea de lo que me pasa, ¿crees que me molesta que te hayas acostado con una chica que conozco desde hace cinco años y que yo te presenté?
Si no es eso, ¿entonces qué chingados te molesta?
Que me haya tenido que enterar así. ¿Cómo crees que se siente ser la pendeja? Todo el mundo sabía que llevabas un mes tirándote a Laura menos yo, porque soy pendeja. Imagínate que te enteras que tu loqueseaqueéramos se está tirando a Felipe gracias a pinche Facebook. Cuando te pase vienes y me dices que se siente, pinche maricón. Y vete a la mierda. Y dile a esa puta que también se vaya a la mierda.

Unos chicos de quince o dieciséis años dicen algo como "uhhhh, no mames, culero", alcanzo a escucharlos. Hago lo imposible por no mirar a la gente que me mira. Claro que no funciona, pero camino rápido y no volteo, si pudiera volar lo haría.

Al atravesar la reja del estacionamiento salgo a la calle y cruzo para llegar a la otra banqueta. Frente a la Cineteca hay un cementerio.

Hace cinco años hice lo mismo, pero bajo otras circunstancias. Karen y yo fuimos al cine, daban un ciclo de cine de rock y la llevé a ver una película de Nirvana y Sonic Youth, llegamos dos horas antes y no teníamos algo que hacer ni a dónde ir, así que nos metimos al cementerio para leer algunos epitafios y hablar de la vida. Lo normal.

El anciano de la puerta no me dice nada. Es un cementerio pequeño, pero no cabe un muerto más. Tiene un estrecho camino de piedra que lo cruza de lado a lado, algunos árboles con moho en el tronco y un par de banquitas. Me siento en una de las más lejanas, casi al fondo del cementerio, donde están las tumbas de los niños. Y lloro.

Al llegar a casa me tumbo en la cama, boca arriba, y me pregunto si debí quedarme a ver Le Havre. Era su último día en cartelera.



Mierda. No me dio mi libro.

10 comentarios:

  1. Me gusto tu relato, pero quisiera saber un poco de un precedendete de este. Saludos!
    @mikenredos

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  2. Súper goao, Dara. Nada extraordinario en la historia pero tu narrativa es excelente, estuve ahí y vi todo lo que quisiste que viera. Me encantó.

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  3. Sin palabras, si no encuentras trabajo con tu carrea de comunicación o si encuentras pero ganas 5 mil pesotes al mes. Podrías escribir guiones sin problema alguno y ganar lo suficiente, piénsalo. JAJAJA parece comercial pero NO, es mí humilde opinión Atte. Un fiel seguidor tuyo.

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  4. Carita triste.

    Yo fui a ver Le Havre el viernes, supertardísimo. Me dormí como la mitad, pero todo lo que vi me gustó. Ahora quiero ver lo que me perdí pero ya no está en ningún lado. Escribiría al respecto si no tuviera miedo de que me gane el sueño y nunca termine.

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  5. ...No quería verte siete días a la semana, no tengo complejo de sanguijuela...
    Perfecto!!!

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  6. Hola!... (por que no sé me ocurre algo mejor para inicar ¬¬) bueno he de decir que me he pasado varias veces por tu blog, siempre leo lo que escribe y me confieso una pésima fan tuya puesto que leo y ni siquiera las gracias doy... Muy bueno, me llevaste por cada instante, me hiciste sentir ahí con ese americano en las manos...(en lo personal yo si se lo hubiese tirado, en fin)...Ya me extendí y se supone es un comentario. Espero sigas escribiendo más, yo espero poder retribuirte algo comentando como la gente decente que lee blogs bonitos como este :)

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  7. Si te hubiera dado el libro... pero ní esó D;

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  8. Hasta ahora es lo mejor que he leído de tu blog, me gustó muchísimo, se siente.

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  9. Más muertos bajo nuestros pies que estrellas sobre nuestra cabeza.

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