Mi mejor amiga y yo tenemos un pacto que nunca establecimos. Ella lo empezó.
Me pidió que nos encontráramos en la Universidad, en la zona en la que la gente va a dormirse sobre el césped. Se me hizo raro, normalmente no nos vemos. Nunca. Y eso que es mi mejor amiga. Antes de esa vez no la había visto en meses, tal vez en un año.
Una vez fue a mi casa y me dijo que saliéramos a caminar. Ella vive a unas veinte calles de distancia, y aunque siempre suele llevar su auto, aquella vez no lo hizo. Caminamos unas dos horas, hablamos de amigos, de chicos, de música, de chicos, de la escuela, de chicos. Mi amiga es guapísima, de verdad, o al menos a mí me lo parece. Y a los chicos también, le he conocido un montón de pretendientes y novios formales. Y cada vez que la veo está más delgada, más a la moda, más bonita. Y más simpática, se le quitó esa risa tonta y esa manía de tocarse la punta de la nariz mientras habla de algo que le da vergüenza. Al final de la caminata me pidió que le prestara dinero, algo rarísimo porque su familia tiene dinero, el suficiente para comprar un montón de cosas bonitas, su familia podría mantener a la mía, su familia podría mantener a mi familia y a la de mi vecino. Al final me dijo que necesitaba algo de la farmacia. Me gasté unos cien pesos, pero no me importó, le habría dado mil, dos mil, la habría ayudado a robar un banco.
Pero eso no tiene nada que ver con el pacto.
Aquella vez nos acostamos en el césped y hablamos de chicos y de la escuela, de viajar, cosas así. Siempre decimos que viajaremos juntas, aunque no tenemos ni pasaporte. Queremos ir a Nueva York, luego a Brasil. Bueno, ella quiere ir a Brasil, yo quiero ir a Londres, pero primero iremos a Brasil y luego a Londres. Pasa que ella odia el frío.
Y me dio un girasol.
Eso tiene como dos años, lo del girasol. Desde entonces nos vemos poco, por no decir nada. Tal vez una o dos veces al año. Sucede que ella se mudó a un departamento en una bonita colonia, a hora y media de aquí, y sólo vuelve a la casa paterna los fines de semana, y a veces ni eso. Y mis padres no me dejaron vivir con ella, ya saben cómo son los padres.
Pero cuando nos vemos, nos damos un girasol. Si yo la visito, llevo un girasol, si ella me pide verla, me da un girasol.
La mayoría de la gente tiene un mejor amigo. Más los hombres, he visto relaciones increíbles entre chicos, me daban celos o algo parecido. Pasa que los hombres no se envidian la cintura ni los zapatos, tampoco el cabello. Los hombres no se enojan cuando el otro no lo llama en mucho tiempo. Cuando tienen un problema suelen enfrentarlo, a veces con palabras, a veces con groserías, a veces a puño limpio, pero suelen hacerlo. Las mujeres suelen hablar mal de la otra, cambiar la tarjeta de su celular, desearle que suba 20 kilos y le salgan granos, cosas así.
Decidí que ella es mi mejor amiga. No necesito llamarla cuando sufro por un chico, no necesito ir a comprar zapatos con ella, ni necesito preguntarle todos los días por la salud de su madre. Tampoco necesito verla todos los días.
Así, cuando la veo, de verdad me emociona llevarle un girasol.
Qué bonito, Cocainelil, qué bonito.
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ResponderEliminarLas buenas amistades son increíbles, lo hacen a uno mejor persona.
ResponderEliminarYo tengo 2 de toda la vida y nos los cambio por nada.
Muy grato leerte!